¿Qué tiene que ver la XV Conferencia Regional de la Mujer en mi vida?
La Conferencia Regional de la Mujer de América Latina y el Caribe (CRM), organizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y ONU Mujeres, es el principal foro regional sobre los derechos de las mujeres, para presentar recomendaciones de políticas públicas con igualdad de género y para realizar evaluaciones a los compromisos estatales en esta materia.[1] La CRM se convoca en un periodo no mayor a tres años y los temas se van eligiendo conforme a las necesidades de las mujeres de la región. A mediados de noviembre del presente año, se llevó a cabo la XV Conferencia Regional de la Mujer con el tema “La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género”.
Pese a que estos espacios son importantes y necesarios para el trabajo de incidencia y/o activismo, siempre existe la pregunta de ¿cómo es que estos espacios multilaterales se reflejan en mi vida diaria? Este cuestionamiento no siempre es fácil de responder, puesto que estos espacios pueden ser un poco lejanos de nuestra cotidianidad y es difícil seguirlos; sin embargo, consideramos que es importante darles seguimiento a través de los canales oficiales de Naciones Unidas para conocer las resoluciones y a través de las redes sociales de las organizaciones que, como Elige Red, le dan seguimiento a estos espacios para exigir que nuestros Estados cumplan con los compromisos adquiridos en ellos y difundan la información en formatos amigables.
¿De qué trató y que se acordó en la XV CRM?
En el caso particular de esta Conferencia, el tema central fueron los trabajos de cuidados[2]; en ese sentido, durante toda una semana se dialogó sobre la importancia del reconocimiento, remuneración y redistribución de los mismos. Se reconoció que la pandemia de COVID-19 puso de manifiesto las crisis políticas, económicas y sociales a las que nos enfrentamos como región, una de ellas la crisis de los trabajos de cuidados, así como la existencia de una división sexual de trabajo que mantiene una injusta distribución del tiempo que afecta a mujeres, adolescentes y niñas en su diversidad.
Tomando en cuenta lo anterior, se aprobó entre los Estados de la región el documento titulado “Compromiso de Buenos Aires”[3] en el que, entre otras cosas, se reconoce que el cuidado es un derecho de las personas a cuidar, a ser cuidadas y a ejercer el autocuidado y que es una responsabilidad que debe ser compartida por todos los sectores de la sociedad. Además de integrar una perspectiva de género, interseccional y de interculturalidad a todos los programas e iniciativas relacionadas a los trabajos de cuidados con la participación de organizaciones y movimientos de mujeres y feministas en su diversidad.
Asimismo, se establece la creación de condiciones que permitan el pleno reconocimiento de la autonomía de mujeres, adolescentes y niñas en su diversidad y el acceso a servicios integrales de salud, entre ellos la salud sexual y reproductiva.
Entonces, ¿qué tiene que ver la CRM con mi vida?
Tomando en cuenta que los trabajos de cuidados sostienen al sistema patriarcal, adultocéntrico y capitalista en el que vivimos, dado que son una actividad que permite el desarrollo y crecimiento de las sociedades en todos los sentidos; por ejemplo, responsabilizando a las disidencias, mujeres, adolescentes y niñas diversas de sostener la vida sin reconocimiento, obstaculizando sus derechos humanos. La XV CRM y el Compromiso de Buenos Aires pusieron de manifiesto la importancia de los trabajos de cuidados y la necesidad de visibilizarlos, reconocerlos, remunerarlos y redistribuirlos de una forma justa para todas las personas.
Además, como juventudes, la crisis de los trabajos de cuidados y su injusta distribución tienen un gran impacto en nuestra vida diaria, puesto que nos enfrentamos a un sistema adultocéntrico que no nos reconoce como actores con capacidad de decisión y mucho menos reconoce el trabajo de cuidados que realizamos; usualmente, esa invisibilización se ve traducida en restricción y poco acceso a nuestros derechos humanos como la salud, la educación y el tiempo de recreación. Aunado a lo anterior, es importante visibilizar que las mujeres jóvenes son las que realizan una mayor cantidad de trabajo de cuidados que sus contrapartes hombres.[4]
Si quieres conocer más sobre las juventudes y los trabajos de cuidados puedes consultar el fanzine “Cuidar y ser cuidades: juventudes post pandemia” aquí.
En este sentido, el Compromiso de Buenos Aires es un instrumento importante para exigir a los gobiernos latinoamericanos el diseño de políticas, programas y otros recursos en materia de trabajo de cuidados que tomen en cuenta las necesidades y demandas de todas las niñas y mujeres en toda su diversidad. En el caso específico de México, solo los tratados internacionales a los que se suscribe están a la par de cumplimiento de la Constitución Política Federal, por lo que el Estado está obligado a cumplir dichos compromisos adquiridos[5]; sin embargo, las resoluciones y compromisos pueden ser utilizados como un precedente para nuestro activismo.
Sabemos que estos espacios y los documentos que se derivan de ellos pueden parecer lejanos de nuestra realidad y no aterrizar en acciones concretas sobre nuestro día a día y el mejoramiento de nuestra vida en todos los sentidos; sin embargo, apostamos al seguimiento de los mismos y, posteriormente, la incidencia y el activismo en favor de la exigencia hacia nuestros gobiernos del cumplimiento de los compromisos adquiridos en cada una de las temáticas relacionadas con los derechos humanos, especialmente de las mujeres y de las juventudes. Por ejemplo, en el Compromiso de Buenos Aires, México se comprometió a:
Impulsar la adopción e implementación de leyes, políticas, planes de acción integrales y multisectoriales, y programas educativos de sensibilización, para prevenir, atender, sancionar y erradicar todas las formas de violencia y discriminación por razón de género contra las mujeres, las adolescentes y las niñas en toda su diversidad, en sus diferentes ámbitos y manifestaciones, incluidas las prácticas nocivas como la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil y las uniones tempranas.
Por lo que es necesario exigir que estas acciones se lleven a cabo y se traduzcan en acciones concretas que mejoren nuestra vida diaria en todos los ámbitos y, en particular de esta Conferencia, en el ámbito de los trabajos de cuidados. Más allá de que estos acuerdos se puedan traducir en acciones gubernamentales, que es sumamente necesario, también es importante que puedan convertirse en reflexiones a nivel local o personal; por ejemplo, en el tema de cuidados, redistribuyendo las cargas de cuidados entre toda la familia o llevando esta información a nuestras comunidades para construir sistemas de cuidados propios.
- Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “Antecedentes”, Conferencia Regional de la Mujer, https://conferenciamujer.cepal.org/15/es/antecedentes. ↑
- Entendidos como la “serie de actividades no reconocidas destinadas a atender el cuidado (propio, del hogar o la familia) y a cubrir la gestión y el mantenimiento de las infraestructuras para su cuidado” en Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, A.C., “Cuidar y ser cuidades: juventudes post pandemia”, https://eligered.org/recursos/fanzinecuidarysercuidades/ ↑
- Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “Compromiso de Buenos Aires”, Conferencia Regional de la Mujer https://conferenciamujer.cepal.org/15/es/documentos/compromiso-buenos-aires. ↑
- Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, A.C., “Cuidar y ser cuidades: juventudes post pandemia”; ↑
- Revista Jurídica de la UNAM, “Tratados Internacionales. Se ubican jerárquicamente por encima de las leyes y en un segundo plano respecto de la constitución federal”, https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/cuestiones-constitucionales/article/view/5601/7287 ↑