Cuidar a quienes cuidan: ¿Qué son los trabajos de cuidados?

Eso que llaman amor, es trabajo no pagado

Rita Segato

Seguramente, alguna vez has escuchado la idea de que las mujeres son las únicas encargadas del bienestar del hogar y de las personas que lo habitan; seguramente, también has escuchado que las “amas de casa” que se encargan de ese cuidado no tienen un “trabajo” formal y muchas veces se asume que no hacen “nada”. Estas ideas no pueden estar más alejadas de la realidad, pues en la actualidad sabemos que los trabajos de cuidados son lo que sostiene la vida y los sistemas en los que nos desarrollamos, pero no siempre tenemos claridad sobre qué son, a qué se refieren y por qué son tan importantes.

La idea de que los trabajos de cuidados solo correspondían a las mujeres, y por tanto su invisibilización, se consolidó durante la instauración del capitalismo. Durante este tiempo, y pese a que era una época de “modernización”, las mujeres dedicaron más y más tiempo al trabajo de cuidados y muchas de ellas hacían dobles jornadas de trabajo.[1] Muchos años más tarde, los movimientos feministas comenzaron a identificar las afectaciones que el sistema de cuidados desigual tenía, o tiene, sobre la vida de las mujeres y comenzaron a visibilizar la existencia de la división sexual del trabajo, pero también comenzaron a hacer notar que el trabajo de cuidados realizado por las mujeres no es reconocido y, mucho menos, remunerado.

Tomando en cuenta lo anterior, desde Elige Red, definimos a los trabajos de cuidados como una “serie de actividades no reconocidas destinadas a atender el cuidado que puede ser propio, del hogar o la familia”[2]. En ese sentido, los trabajos de cuidados se refieren a todas aquellas actividades a las que llamamos cotidianas (como hacer la comida, hacer la limpieza del hogar, cuidar y atender a personas menores y/o enfermas, entre otras) que hacemos o que alguien más hace por nosotrxs para preservar la vida y el bienestar y que no necesariamente tienen un reconocimiento social y una retribución aunque todas estas tareas tienen un valor económico.

Tan solo en México, en 2021, el valor económico de los trabajos domésticos y de cuidados representaron el 26.3% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, lo que representa 6.8 billones de pesos[3] y, para dimensionar esta cantidad, significa que los trabajos de cuidados tienen casi el mismo PIB que las industrias de la manufactura, la minería, la electricidad, el agua y el gas juntas con 29.9%[4].

Como podemos ver, los trabajos de cuidados generan dinero y ayudan a sostener la vida, pero también los sistemas desiguales en los que nos desarrollamos todos los días y pocas veces nos detenemos a pensar cómo es que los cuidados que alguien más realiza por nosotrxs o los cuidados que nosotrxs mismxs hacemos tienen un impacto tan profundo en nuestras vidas y en la sociedad.

¿Y las juventudes?

Siguiendo con esta misma línea, desde Elige Red realizamos una investigación (la presentamos a través de un fanzine que puedes consultar aquí) con el objetivo de identificarnos como juventudes en el ámbito de los trabajos de cuidados durante la pandemia de covid-19. En ese sentido, identificamos que el adultocentrismo, junto con la intersección con otros sistemas de opresión, provoca que si los trabajos de cuidados que las personas adultas realizan son invisibilizados y no reconocidos, el que realizan las juventudes es aún más invisibilizado, ya que en pocas ocasiones se cuentan con datos desagregados por edad sobre la materia.

Además, sabemos que no hay una única forma de ser joven y nuestras experiencias son diversas según nuestros contextos, pero es importante mencionar y reconocer que las juventudes realizan trabajo de cuidados, lo que en muchas ocasiones se traduce en el poco o nulo acceso a otros derechos como el descanso, el juego y la recreación e incluso la educación. A lo anterior se le suma la intersección de género y de clase, pues está comprobado que, dentro de las juventudes, son las mujeres y cuerpos feminizados quienes registran una mayor cantidad de horas dedicadas a los trabajos de cuidados y, por otro lado, son las juventudes que pertenecen a hogares con menos ingresos las que realizan una mayor cantidad de trabajos de cuidados.[5]

Conclusiones

En la actualidad, los sistemas de cuidados que provienen de los Estados son deficientes y no toman en cuenta las necesidades de mujeres, jóvenes y otras personas inmersas en el otorgamiento y recibimiento de cuidados; no obstante, varios países como México, Chile o Argentina han iniciado con la construcción y establecimiento de sistemas de cuidados integrales que tomen en cuenta las necesidades de la población, pero para que estos sistemas funcionen es necesario que tengan una perspectiva interseccional y de juventudes y que reconozcan y remuneren la ejecución de trabajos de cuidados de todas las personas, pero en especial de juventudes. Además, es necesaria la recopilación y análisis de datos desagregados por edad, sexo, raza/etnia y género en materia específica de trabajo de cuidados para identificar a las juventudes en esta temática.

Como cierre, es importante decir que realizar trabajos de cuidados NO es algo malo o negativo en ningún sentido, ya que es parte de nuestra autonomía progresiva y nuestro bienestar; sin embargo, es necesario visibilizarlo y entender cómo el ejercicio de los mismos puede imposibilitarnos a acceder a vivir plenamente nuestros derechos humanos.

  1. Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, “Cuidar y ser cuidades: juventudes post pandemia”, [En línea]: https://eligered.org/recursos/fanzinecuidarysercuidades/. [Consulta: 27 de junio de 2023].
  2. Ibidem.
  3. México, ¿cómo vamos?, “Si hablamos de amor, también tenemos que hablar de cuidados”, [En línea]: https://www.instagram.com/p/CoqZJ9Jueqg/?igshid=YmM0MjE2YWMzOA==. [Consulta: 28 de junio de 2023].
  4. Ibidem.
  5. Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, “Cuidar y ser cuidades: juventudes post pandemia”.

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